martes, 24 de junio de 2008

En la noche de San Juan

Detalle de Safo y Alceo, de Lawrence Alma-Tadema
óleo sobre tela, 1881



…y a mis compañeras hermosos cantos
cantaré yo ahora para alegrarlas…
Safo


Bienvenidas, bienvenidos, a este espacio que inauguro en la noche de San Juan, jubilosa fecha en la cual, en mi Santiago de Cuba natal, salen las congas a la calle y en el Mediterráneo se encienden hogueras a la orilla de las playas y se celebra del modo en que alguna vez nos enseñó Serrat en su canción homónima. Noche de aquelarre en que los espíritus de todas las diosas, las brujas y las doncellas vagan sobre las tierras y los mares —y sobre nuestras cabezas y corazones— convocados por la orgiástica fiesta.
Como se acostumbra brindar en las celebraciones iniciáticas para que los duendes etílicos hagan propicio el camino, levanto mi copa de versos en honor a Safo, la poeta de Lesbos, a quien debemos tantos adjetivos calificativos y, sobre todo, una poesía que va más allá de guetos y divisiones, una voz enorme plantada con firmeza en los inicios de la lírica humana.
Considerada por Platón “la décima musa”, allá por los finales del siglo VII antes de Cristo fue precursora de una poesía de tono privado e intimista, contrapartida de los cantos epopéyicos de los poetas griegos encabezados por Homero. La belleza y no la guerra endulzaba aquellos versos nacidos en torno a la compañía y el amor de sus amigas, que se reunían en una especie de liceo al que llamaban “Casa de las servidoras de las Musas”.
Amores y desencantos, deseos y decepciones, sensualidad y despedidas son el néctar del que se nutren buena parte de sus poemas, de los cuales han llegado a nosotros sólo algunos fragmentos. Entre ellos, he elegido los que más me gustan para compartirlos con ustedes en este espacio, menos público que el Parque del Ajedrez, que a partir de hoy será también nuestra casa.
Como Safo, convoco a la diosa Afrodita y le pido: “En esta guerra/ sé mi aliada”. En la guerra del amor, al que la lesbia consideró una “agridulce alimaña invencible”, y sus poéticas colindancias.



Poemas de Safo


…a una muchacha yo vi, tierna, que flores cogía…

***

…muéstrate, Gondula, que aquí te llamo,
ven con tu vestido color de leche:
¡cómo vuela ahora el deseo en torno
a tu belleza!,

pues con sólo ver tu pequeña capa
siento ya el hechizo, y estoy contenta
de que sea la diosa nacida en Chipre
quien te reprocha…

***

Me he enamorado de ti hace, Atis, ya tiempo…
me pareciste una niña bajita y sin gracia…

***

…pienso yo que jamás
virgen habrá,
viendo la luz del sol,

que se pueda decir
que en su saber
se te parezca a ti…

***

¿Qué palurda hechizó
tu corazón

revestida con un
tosco sayal

si no sabe ni alzar
ese jirón
sobre sus propios pies?

***

pues cuando te miro a la cara creo
que jamás Hermíona fue tan bella
y que no está mal que a la rubia Helena
yo te compare…

***

…de verdad que morir yo quiero.
Así ella llorando se fue de mí

y al marchar me decía: “Ay, Safo,
qué terrible dolor el nuestro
que sin yo desearlo me voy de ti”.

Pero yo contestaba entonces:
“No me olvides y vete alegre,
sabes bien el amor que por ti sentí,

y, si no, recordarte quiero,
por si acaso a olvidarlo llegas,
cuánto hermoso a las dos nos pasó y feliz:

las coronas de rosas tantas
y violetas también que tú
junto a mí te ponías después allí,

las guirnaldas que tú trenzabas
y que en torno a tu tierno cuello
enredabas haciendo con flores mil,

perfumado tu cuerpo luego
con aceite de nardo todo
y con leche y aceite del de jazmín,

recostada en el blando lecho
delicada muchacha en flor,
al deseo dejabas tú ya salir.

Y ni fiesta jamás ni danza,
ni tampoco un sagrado bosque
al que tú no quisieras conmigo ir.