Allá en la China imperial, a principios del siglo XIX nació Wu Tsao. Aunque han trascendido pocos detalles acerca de su vida, se dice que fue hija de una comerciante y se casó con un hombre del mismo oficio. Ella, sin embargo, prefería la cercanía femenina, bien fuera como amigas o como amantes.
Escribió poemas eróticos dedicados a mujeres, cosa que a nuestra ignorante mirada occidental pudiera parecer un atrevimiento mayúsculo. Sin embargo, datos históricos hacen suponer que en la antigua China hubo una cierta tolerancia a las relaciones lésbicas. En su ensayo Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad. Los gays en Europa Occidental desde el comienzo de la era cristiana hasta el siglo XIV (Barcelona, Mushnik, 1992), John Boswell da cuenta de que Ying Shao, prefecto de Taishan hacia el año 190, afirmó que se conocía como dui shi el acto que “relaciona a dos mujeres entre sí como marido y mujer”. Según Fang Fu Ruan, en su Sex in China: Studies in Sexology Chinese Culture, se usaba la palabra mojinzi, que puede traducirse como “espejos frotándose”, para referirse a las prácticas tríbadas.
Cuentan estos estudiosos que en la mismísima corte imperial se realizaban casamientos grupales de lesbianas y que existían en Shunte, Fanyu y Sajiao, una especie de clubes exclusivos para mujeres denominados Asociaciones de la Orquídea Dorada, que sobrevivieron hasta el siglo pasado, al amparo de los cuales muchas de sus integrantes vivieron en pareja. Otras se casaban con hombres, pero mantenían amores lésbianos después del matrimonio. Estas mujeres podían adoptar niñas y otorgarles herencia. De modo que la existencia y aceptación de la poesía lésbica no constituye, entonces, un hecho asombroso.
Dicen que, ya en su madurez, Wu Tsao se convirtió en sacerdotisa taoísta. En la actualidad, es considerada una de las más importantes poetas chinas de todos los tiempos y ha recibido múltiples tributos póstumos. Porque un poeta no muere mientras viven sus versos, mientras siguen leyéndose y reinterpretándose sus cantos. Una de esas ofrendas, hecha más de una centuria después y desde el otro lado del mundo, es este hermoso texto de la excelente poeta argentina Diana Bellesi, perteneciente al cuaderno Tributo del mudo, incluido en The twins, the dream. Two voices, en coautoría con Úrsula K. Le Guin (Houston, Arte Público Press, 1996):
A WU TSAO
I
Húmeda y fresca la noche.
Un suave viento del este
trae y disipa bancos de niebla.
Sueño que veo tu rostro
frente a las lámparas.
Me sonríe tras el leve maquillaje,
mientras tu mano reposa en mi mano.
Amiga mía,
millones de años a través de los cuales el Universo
asciende y declina,
y vos allí,
en tu vestido transparente de seda
viendo caer
las flores de ciruelo sobre la hierba.
II
Beben el vino
y se recitan una a otra sus poemas.
Si supieran aquellos versos de Safo,
los dirían,
mientras se pintan una a otra las cejas
y extensas nieblas cubren el río:
-Qué pequeños,
qué hermosos los pies.
PARA LA CORTESANA CHI´NG LIN
Sobre tu esbelto cuerpo
Repiquetean los adornos de jade y de coral de tu cinturón
Como una compañía celestial que viene
del verde Paraíso Celestial de Jade.
Una sonrisa tuya cuando nos encontramos
Y yo me vuelvo muda y olvido las palabras
Tantas horas has recogido flores y
Te has inclinado sobre los bambúes
Tus verdes envolturas
Crecían verdes en el abandonado valle
Puedo imaginarte una joven sola
abrigando secretos pensamientos.
Tú brillas intensamente como una lámpara perfumada
Entre las sombras circundantes.
Jugamos juegos del vino
Y una a la otra nos recitamos poemas
Entonces cantaste "El que recuerda el sur del río"
Con esos versos que rompen el corazón.
Luego una a la otra nos pintamos hermosas cejas.
Quiero poseerte por completo
Tu cuerpo de jade
Y tu corazón prometido
Es primavera
Vastas brumas cubren los Cinco Lagos
Mi querida, déjame comprar un bote rojo
Y llevarte lejos
He cerrado las dobles puertas
¿En qué esquina de los cielos
Se encontrará ella?
Una flauta horizontal
Tras las paredes rojas
Como una suave brisa
Se mueven los sauces sedosos
En el demorado resplandor del ocaso
En su descanso las aves parecen ignorar mi melancolía
Una vez más abandono lánguidamente la cama
Luego de haber encendido un incienso
Vago por la enjoyada escalera
Lamento los años perdidos
Enferma, temerosa del frío, temerosa del calor
En tanto los hermosos días se iban yendo
Repentinamente me hallo frente al Banquete de los Muertos de Otoño
Constantemente perturbada por el tiempo cambiante
Pierdo la huella de la luz flotante
Que nos lleva a lo lejos
¿Quién removió los puentes vibrantes
de mi encarcelado salterio?
Me doy cuenta que de las veinticinco cuerdas
Veintiuna ya se han ido
Llueve amargamente en mi jardín
En este declinante otoño.
Yo sólo tengo vagos sentimientos poéticos
Que no logro reunir
Se disipan por entre las oscuras nubes
Y las hojas rojas
Después del amarillento ocaso
La fría luna se despierta
Entre la niebla melancólica
No descolgaré las persianas de bambú
De su gancho de plata.
Esta noche mis sueños seguirán al viento
Soportando el frío,
Hacia la torre de jade de tu hermoso cuerpo
2 comentarios:
Querida:
Grfacias por permitirme conocer a estas mujeres tan maravillosas.
Besos
Jennie
Inimaginable y lírico. Los chinos y las chinas de hoy tendrán que volver a su poesía milenaria a ver si se vuelven más tolerantes.
Desde hace años , leo muchas otras cosas tuyas: atrevidas, eróticas, innombrables, censurables, pero ahora descubro tu blog. Vale mucho la diferencia!
Saludos desde China.
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