Cristina Peri Rossi
Mi casa es la escritura
[…]
el único fuego que no se extingue.
Mi casa es la escritura
casa de cien puertas y ventanas
que se cierran y se abren alternadamente
[…]
donde yacer
con la única compañía que no falla:
las palabras.
Y de inmediato aparece la nostalgia:
El medio siglo es parada de análisis, pero no de reconciliación: “A los cincuenta/ ya nada es romántico/ todo el mundo ha aceptado el fracaso/ la hipoteca/ el matrimonio vulgar”, confiesa la autora en “Amor contrariado”:
Dura poética del dolor, de la insatisfacción, de los padecimientos físicos y emocionales de la edad adulta, de la vejez solitaria. Con una rudeza sin piedad, golpe tras golpe, Peri Rossi desdibuja un panorama desolador, implacable, desencantado, donde incluso alguna nueva conquista amorosa o recuerdo hermoso es considerado sólo “como una pausa/ como una tregua que la muerte/ le concede al goce”.
Es Habitación de hotel retrato y crítica a la vida posmoderna: la marca insoslayable de la soledad, la pornografía televisada, la anorexia como noción de lo bello, la ansiedad como norma, los juegos de computadora que sustituyen al deseo, los virus que se inoculan por medio de mensajes amorosos: “[…] ahora, en lugar de las cálidas noches desnudas/ sorbiéndonos los sexos,/ enhebro palabras en la pantalla del ordenador/ como las cuentas de un abalorio vaginal”, dice la autora en “Bookworm Deluxe”; y en “Nocturno urbano” cuestiona esta civilización en la que nos desintoxicamos pasando “de los orgasmos/ a los somníferos” y nos tienta, ya no tan escondido, el oscuro animal de los instintos:
Extraña civilización ésta
en la cual a las dos de la mañana
de cualquier martes
de cualquier jueves
o domingo
cientos de miles de personas
están circulando por la red
con mensajes abreviados
en lugar de tocarse
mamarse lamerse acariciarse.
BOOKWORM DELUXE
Te he cambiado por el Bookworm Deluxe;
ahora, en lugar de las cálidas noches desnudas
sorbiéndonos los sexos,
enhebro palabras en la pantalla del ordenador
como las cuentas de un abalorio vaginal.
AMOR, cien puntos;
OLVIDO, quinientos;
DESAMOR, seiscientos.
Caen las letras como la saliva caía en nuestros cuerpos
las fichas rojas anuncian un incendio que ya no es
de nuestras vulvas
y drogo mi insomnio senil
con la musiquita del ordenador
como antes escuchaba en mi hombro
tu respiración.
Te he cambiado por el Bookworm Deluxe
y te aseguro, me va bien el cambio:
como las grandes catástrofes
una vez que han pasado,
se siente dolor,
pero ya no se tiene miedo.
CENTINELA
Aquí todavía estoy contigo
en esta casa o útero materno
donde antes nos amábamos
entre las paredes que me aíslan
planta de invernadero que no tolera el frío.
Aquí todavía estoy contigo
custodiando el fuego del hogar
escribiendo y desescribiendo
cual Penélope en el telar del amor.
Vanos príncipes vanas princesas
golpean la puerta que no abro
pretendientes de un cuerpo que fue tuyo
que fue mío
que sigue siendo mío que sigue siendo tuyo.
Aquí todavía estoy contigo
entre las paredes que guardan las huellas del amor
como el código Amurabi
Me he quedado sola en nuestra casa
como el último soldadote una guerra ya perdida.
Velo las armas del amor
Velo los iconos de una religión ya sin oficiantes
feto desprendido de tu vientre
sudor de tus entrañas
Aquí, dentro de esta casa que todos llaman útero
—inesperadamente lúcidos—.
En el útero no hace frío.
En el útero no hay corrientes
En el útero duermo nado sonrío me quejo
me abrigo me unto me amparo me protejo.
Es posible que como los niños torpes
pasados los nueve meses no quiera salir,
digo, los nueve siglos.
MADUREZ
Contra la anorexia adolescente
el esplendor de la carne madura
abundante plena opípara
espléndido regalo de las diosas amables
a las señoras
de más de cuarenta años.
HOTEL CONQUISTADOR
La última noche
el vestíbulo iluminado
la gran araña central brillando
los sofás de fieltro engalanado
la música suave de la esterofonía
y aquel muchacho gay que nos miró con comprensión
trajo champagne
trajo dos copas
y nos invitó a brindar
Nos miramos con turbación
con asombro
con complicidad
No dijimos nada
sólo sonreímos
pero aquella noche
el mundo era plácido
cómplice benigno
aquella noche
en el hotel Conquistador
(ciudad de Córdoba, año dos mil seis)
durante un tiempo breve
como la luna
como el canto del agua en las fuentes moras
la paz era posible
el silencio tenía acordes
y el futuro parecía una seda
todavía núbil.
LITERATURA II
“Todo lo conviertes en literatura”
me reprochas, llorando
“cuando te deje, seguro que escribes
una novela contra mí”
no exageres, mujer
no da para una novela
quizás sólo para algún poemita
que luego leeré en público
y nadie sabrá que eras tú.
“Todo lo conviertes en literatura”
me reprochas, llorando
“cuando te deja vas a escribir contra mí”
entonces no me dejes,
te digo, besándote los ojos.
Cristina Peri Rossi
Habitación de hotel
Barcelona, Plaza Janés, 2007,
78 pp.
En La Central, esa hermosa librería del Raval, uno de los barrios tradicionales de Barcelona, compré el año pasado el poemario Habitación de hotel de la multipremiada y prolífica uruguaya radicada en España Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941), una de las pioneras de la literatura homoerótica en América Latina, considerada además un verdadero icono de la cultura posmoderna. Ganador del XI Premio de Poesía de la Ciudad de Torrevieja, el libro está lleno de una melancolía que a ratos se transforma en rabia; es un libro rabioso, la crónica poética de estos años de principios de siglo a las seis décadas de vida de la poeta.
Desde los epígrafes mismos, el objetivo y el tono quedan claros. El de José Manuel Caballero Bonald postula: “Así al menos restauras/ una porción estable del pretérito:/ fragmentarias nociones/ de felicidad, rudimentos/ de cuerpos bienamados, noches/ equívocas, inercias, ansiedades”. El de Wallace Stevens: “La poesía es un esfuerzo del ser insatisfecho por encontrar satisfacción mediante las palabras”. De eso se trata, en efecto: de una especie de paisaje en ruinas después de un bombardeo, del cual Peri Rossi trata de rescatar fragmentos no siempre gloriosos ni amables y en el cual las palabras suelen ser alivio perentorio, provisional.
Ellas, las palabras, dan la primera pista: “sólo me crecen los años y los libros”, dice la autora en el poema inicial, “Mi casa es la escritura”, el cual habla, como todo el libro, de dolorosos tránsitos y pérdidas.
Habitación de hotel
Barcelona, Plaza Janés, 2007,
78 pp.
En La Central, esa hermosa librería del Raval, uno de los barrios tradicionales de Barcelona, compré el año pasado el poemario Habitación de hotel de la multipremiada y prolífica uruguaya radicada en España Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941), una de las pioneras de la literatura homoerótica en América Latina, considerada además un verdadero icono de la cultura posmoderna. Ganador del XI Premio de Poesía de la Ciudad de Torrevieja, el libro está lleno de una melancolía que a ratos se transforma en rabia; es un libro rabioso, la crónica poética de estos años de principios de siglo a las seis décadas de vida de la poeta.
Desde los epígrafes mismos, el objetivo y el tono quedan claros. El de José Manuel Caballero Bonald postula: “Así al menos restauras/ una porción estable del pretérito:/ fragmentarias nociones/ de felicidad, rudimentos/ de cuerpos bienamados, noches/ equívocas, inercias, ansiedades”. El de Wallace Stevens: “La poesía es un esfuerzo del ser insatisfecho por encontrar satisfacción mediante las palabras”. De eso se trata, en efecto: de una especie de paisaje en ruinas después de un bombardeo, del cual Peri Rossi trata de rescatar fragmentos no siempre gloriosos ni amables y en el cual las palabras suelen ser alivio perentorio, provisional.
Ellas, las palabras, dan la primera pista: “sólo me crecen los años y los libros”, dice la autora en el poema inicial, “Mi casa es la escritura”, el cual habla, como todo el libro, de dolorosos tránsitos y pérdidas.
Mi casa es la escritura
[…]
el único fuego que no se extingue.
Mi casa es la escritura
casa de cien puertas y ventanas
que se cierran y se abren alternadamente
[…]
donde yacer
con la única compañía que no falla:
las palabras.
Y de inmediato aparece la nostalgia:
Ahora
en los días melancólicos
de tu ausencia
busco en el diccionario
no ya los objetos
que nos pertenecieron
[…]
sino el nombre del perfil
que dibuja la lluvia en mi ventana
(“Lectura del diccionario”)
en los días melancólicos
de tu ausencia
busco en el diccionario
no ya los objetos
que nos pertenecieron
[…]
sino el nombre del perfil
que dibuja la lluvia en mi ventana
(“Lectura del diccionario”)
Cuartos de hotel, aeropuertos, bares de la madrugada, juegos de computadora y comunicaciones virtuales… lugares para solitarios, son los escenarios del amor y el desamor, de la desesperanza. Un inventario de pérdidas, poesía que canta al dolor más que al regocijo, a la amargura de un medio siglo trunco:
Una vez perdí una guerra
perdí una ciudad
perdí un país
perdí una casa
perdí cinco mil libros
perdí a mis amigos
perdí un amor.
No es cosa ahora, a los cincuenta,
de perder también el insomnio
que me da la vida.
(“Noche de insomnio”)
perdí una ciudad
perdí un país
perdí una casa
perdí cinco mil libros
perdí a mis amigos
perdí un amor.
No es cosa ahora, a los cincuenta,
de perder también el insomnio
que me da la vida.
(“Noche de insomnio”)
El medio siglo es parada de análisis, pero no de reconciliación: “A los cincuenta/ ya nada es romántico/ todo el mundo ha aceptado el fracaso/ la hipoteca/ el matrimonio vulgar”, confiesa la autora en “Amor contrariado”:
Cuando a las dos de la mañana
te llamo por teléfono
desesperadamente
para decirte que haría el amor hasta morir
detesto que como un reloj cucú me des la hora
me preguntes
si he tomado la pastilla para dormir
si he ido al médico
si he entregado por fin
el artículo del periódico
si he cenado
bajo en colesterol.
te llamo por teléfono
desesperadamente
para decirte que haría el amor hasta morir
detesto que como un reloj cucú me des la hora
me preguntes
si he tomado la pastilla para dormir
si he ido al médico
si he entregado por fin
el artículo del periódico
si he cenado
bajo en colesterol.
Si hubiera hecho todas esas tonterías
estaría igualmente insatisfecha […]
estaría igualmente insatisfecha […]
Dura poética del dolor, de la insatisfacción, de los padecimientos físicos y emocionales de la edad adulta, de la vejez solitaria. Con una rudeza sin piedad, golpe tras golpe, Peri Rossi desdibuja un panorama desolador, implacable, desencantado, donde incluso alguna nueva conquista amorosa o recuerdo hermoso es considerado sólo “como una pausa/ como una tregua que la muerte/ le concede al goce”.
Es Habitación de hotel retrato y crítica a la vida posmoderna: la marca insoslayable de la soledad, la pornografía televisada, la anorexia como noción de lo bello, la ansiedad como norma, los juegos de computadora que sustituyen al deseo, los virus que se inoculan por medio de mensajes amorosos: “[…] ahora, en lugar de las cálidas noches desnudas/ sorbiéndonos los sexos,/ enhebro palabras en la pantalla del ordenador/ como las cuentas de un abalorio vaginal”, dice la autora en “Bookworm Deluxe”; y en “Nocturno urbano” cuestiona esta civilización en la que nos desintoxicamos pasando “de los orgasmos/ a los somníferos” y nos tienta, ya no tan escondido, el oscuro animal de los instintos:
Extraña civilización ésta
en la cual a las dos de la mañana
de cualquier martes
de cualquier jueves
o domingo
cientos de miles de personas
están circulando por la red
con mensajes abreviados
en lugar de tocarse
mamarse lamerse acariciarse.
A continuación les comparto algunos poemas de este excelente cuaderno, impactante, que difícilmente conseguiremos de este lado del Atlántico, debido a esa absurda compartimentación geográfica que estilan ahora los distribuidores de la literatura y que, la mayor parte de las veces, nos priva de conocer lo que se publica en el Viejo Continente.
BOOKWORM DELUXE
Te he cambiado por el Bookworm Deluxe;
ahora, en lugar de las cálidas noches desnudas
sorbiéndonos los sexos,
enhebro palabras en la pantalla del ordenador
como las cuentas de un abalorio vaginal.
AMOR, cien puntos;
OLVIDO, quinientos;
DESAMOR, seiscientos.
Caen las letras como la saliva caía en nuestros cuerpos
las fichas rojas anuncian un incendio que ya no es
de nuestras vulvas
y drogo mi insomnio senil
con la musiquita del ordenador
como antes escuchaba en mi hombro
tu respiración.
Te he cambiado por el Bookworm Deluxe
y te aseguro, me va bien el cambio:
como las grandes catástrofes
una vez que han pasado,
se siente dolor,
pero ya no se tiene miedo.
CENTINELA
Aquí todavía estoy contigo
en esta casa o útero materno
donde antes nos amábamos
entre las paredes que me aíslan
planta de invernadero que no tolera el frío.
Aquí todavía estoy contigo
custodiando el fuego del hogar
escribiendo y desescribiendo
cual Penélope en el telar del amor.
Vanos príncipes vanas princesas
golpean la puerta que no abro
pretendientes de un cuerpo que fue tuyo
que fue mío
que sigue siendo mío que sigue siendo tuyo.
Aquí todavía estoy contigo
entre las paredes que guardan las huellas del amor
como el código Amurabi
Me he quedado sola en nuestra casa
como el último soldadote una guerra ya perdida.
Velo las armas del amor
Velo los iconos de una religión ya sin oficiantes
feto desprendido de tu vientre
sudor de tus entrañas
Aquí, dentro de esta casa que todos llaman útero
—inesperadamente lúcidos—.
En el útero no hace frío.
En el útero no hay corrientes
En el útero duermo nado sonrío me quejo
me abrigo me unto me amparo me protejo.
Es posible que como los niños torpes
pasados los nueve meses no quiera salir,
digo, los nueve siglos.
MADUREZ
Contra la anorexia adolescente
el esplendor de la carne madura
abundante plena opípara
espléndido regalo de las diosas amables
a las señoras
de más de cuarenta años.
HOTEL CONQUISTADOR
La última noche
el vestíbulo iluminado
la gran araña central brillando
los sofás de fieltro engalanado
la música suave de la esterofonía
y aquel muchacho gay que nos miró con comprensión
trajo champagne
trajo dos copas
y nos invitó a brindar
Nos miramos con turbación
con asombro
con complicidad
No dijimos nada
sólo sonreímos
pero aquella noche
el mundo era plácido
cómplice benigno
aquella noche
en el hotel Conquistador
(ciudad de Córdoba, año dos mil seis)
durante un tiempo breve
como la luna
como el canto del agua en las fuentes moras
la paz era posible
el silencio tenía acordes
y el futuro parecía una seda
todavía núbil.
LITERATURA II
“Todo lo conviertes en literatura”
me reprochas, llorando
“cuando te deje, seguro que escribes
una novela contra mí”
no exageres, mujer
no da para una novela
quizás sólo para algún poemita
que luego leeré en público
y nadie sabrá que eras tú.
“Todo lo conviertes en literatura”
me reprochas, llorando
“cuando te deja vas a escribir contra mí”
entonces no me dejes,
te digo, besándote los ojos.
3 comentarios:
GRACIAS ODETTE POR TU BLOG, MUCHAS VECES ENCUENTRO MOTIVOS PARA AGRADECERTE LOS TEMAS QUE PUBLICAS Y QUE QUIZAS NO LLEGARIAN A MI SIN TU DEDICACION.
SANDRA
ECUADOR
Excelente regalo, Odette, este de Cristina Peri Rossi. De ella tengo un hermoso libro de poemas. La selección que has hecho es excelente, buena poesía, y por supuesto, una estación de vida que marca su decir. Un abrazo y aún sigo sin rescatar mis archivos. Recibí fotos.
Teresa.
Magnífica tu selección de poemas. Gracias
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